La casa de María Langarita requiere de un contexto
determinado donde pocos lugares pueden cumplirlo. Para llegar hasta el contexto
que se desea, voy a ir descartando los espacios que no respondan a las
exigencias.
El hogar de Langarita va a tratarse de un espacio donde
pueda experimentar sensaciones únicas y diferentes a las que pudiera
experimentar en el día a día. Esto hace que la casa sea diferente y única, y
para una casa de tal calibre, el contexto tiene que estar a la altura.
Y justo eso es lo que se pretende, encontrar un lugar donde
predomine la altura. Sin embargo, no tiene que ser un lugar donde la altitud
sea natural, como las montañas o acantilados. Si no, un lugar donde la nivelación
sea construida por el hombre, ya que tendrá un papel importante a la hora de
producir sensaciones como el poder o la concienciación frente al ser humano.
Ello me traslada directamente a lugares donde predominan los
rascacielos. Más concretamente en Manhattan, “la ciudad que nunca duerme”.
Destaca por sus alturas y por ser una urbe donde está en continuo movimiento.
Además, tanto las calles como los edificios, me llaman la
atención ya que son la huella de miles de historias y sucesos como el 11S o la
mayoría de escenas de películas y series. Pero hay un edificio que destaca
sobre los demás por el lugar geográfico en el que se encuentra y que puede ir
acorde con el proyecto. Se trata del rascacielos de Servcorp NYC, se ubica en
el límite de lo construido y de un espacio verde donde la mano del hombre no es
tan evidente.
Desde la azotea de este edificio, puedo observar el continuo
cambio de la ciudad. Bajo de mis pies, aparecen miles de vehículos que avanzan,
frenan, vuelven a avanzar y vuelven a frenar. También se ven puntos diminutos, aunque
no se distinguen muy bien, por su movimiento, sé que se trata de personas, van
por todas direcciones, por la arcén, cruzando la calle o entrando en los
edificios.
Todos esos cambios me parecen tan lejanos, pero al mismo
tiempo, me hacen sentir que formo parte de ello.
Desde el lugar en el que me encuentro, no hay más que el
sonido del aire, sin embargo, la imagen que hay bajo mis pies, va más allá que
el soplido del viento. Siento un
cosquilleo en el estómago que poco a poco se va expandiendo al resto del cuerpo
y se va convirtiendo en un no sé qué, haciendo que mis piernas no me respondan,
los brazos se me paralicen y mi mente entre en pánico. Pero al mismo tiempo,
siento que es la imagen más hermosa que has visto jamás, una ilustración que
muestra el flujo del movimiento de las personas y la tranquilidad de la
naturaleza que se muestra en el parque que hay enfrente, me siento poderosa frente el mundo, frente la ciudad y por ellos, el proyecto de María Langarita tiene
que encontrarse allí. Quiero que sienta todo ello y más.
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