Los primeros rayos de sol entran por la ventana despertando
al señor Martínez. El hombre se incorpora, desactiva el despertador antes de
que suene y se traslada al vestuario. Se infunde con uno de sus mejores trajes,
se coloca bien la corbata y se dirige a la cocina donde su hija y la señora
Martínez lo esperan para desayunar en familia. Una vez que Martínez se ha
tomado las tortitas que su mujer le ha preparado, se despide y se dirige al
garaje donde le espera un coche de alta gama y como todos los días, se sube en
el vehículo y se dirige a su puesto de trabajo.
Este ideal de vida se ve perturbado una vez que las
tecnologías se introducen en el plano laboral. Esto hace que las personas
tienen que buscar nuevas salidas para no terminar como Juan, un estudiante que después
de terminar los estudios le es imposible encontrar un puesto de trabajo que
cumpla con sus requisitos.
Por lo tanto, los seres humanos se ven obligados a adaptarse
al mundo tecnológico. Dentro de los individuos adaptados, se pueden diferenciar
el grupo de Paquita y el de Agustín.
En el grupo de Paquita, se encuentran aquellos que utilizan
la tecnología como estrategia para encontrar algún tipo de trabajo. Solo se
busca una economía y una supervivencia individual. Además, esta forma de economía,
hace que el sujeto tenga incluso, que alejarse de la idea de trabajo que quería
desempeñar.
En el grupo de Agustín, se encuentran aquellas personas que
pretenden conseguir un trabajo que les proporcione un bienestar tanto económico
como personal. Para no quedarse estancados como Juan, se ven obligados a
innovar para aportar “algo” diferente a la sociedad.
La mayoría de los estudiantes de grado, se encontrarían
dentro de este grupo. ¿Para qué estudiarían si no es así? No esperan un trabajo
como Juan ni como Paquita porque si no, desde hace tiempo se hubieran dejado
los estudios.
Además, la educación también se acerca a este tipo de ocupación.
Un ejemplo de ello es el estudiante de arquitectura. No es mejor aquel que dibuja
una y otra vez la típica casa con un tejado, una ventana, una puerta y una
chimenea sino aquel que pone en juego los conocimientos aprendidos y la imaginación
para crear una casa que nunca antes se ha llevado a cabo.
Esas innovaciones que se aportan a la sociedad hace que se
abran nuevas puertas y nuevos caminos de experimentación donde otros puedan
incluso mejorar tus ideas, desarrollarlas o llegar a planteamientos
completamente diferentes. Asimismo, con nuestra contribución, aparte de reconocimiento,
aparece un vínculo directo con la sociedad. Vínculo que nos hace diferenciarnos
del resto y que además, tengamos un papel tan importe que seamos insustituibles
tanto por seres humanos como por los artefactos tecnológicos.
Por lo tanto, a la hora de conseguir un trabajo, no se basa
en pensar en un futuro individual si no en pensar en una mejora colectiva que
permita tanto un desarrollo colectivo que a su vez, permitirá un progreso en el
ámbito personal.
Lorena Agulló Giner
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